sábado, 2 de agosto de 2014

¿Cuanta magia puede haber en una risa?


Cruza la puerta, se queda mirándome fijamente e inicia una charla que de entrada asumí debía ser 'trivial' pero que sin embargo se desarrolló entre risas y un estado constante de curiosidad; por no mencionar mis mejillas levemente sonrojadas en todo momento:

- ¡Hola!, ¿te puedo hacer una pregunta? - No me retira la mirada ni un instante y continúa-  ¿Es verdad que la niñas con lentes aman ciegamente?

-No, creo que el 90% las utilizamos por problemas como miopía, astigmatismo o algo por el estilo. - Las risas y mi cara de curiosidad no se hacen esperar -

-Y... ¿Por qué te ríes, acaso no crees que se pueda amar ciegamente? insiste él, desarmando cualquiera de mis barreras

Estiro mi mano: - Si me vas a preguntar que opino del amor, al menos presentémonos, mucho gusto, Jenniffer -

-Jorge, y el gusto es todo mío. (Tomó mi mano, y como todo un caballero en un baile real, la besó mientras me miraba fijamente).

-Entonces... - continúo - no apoyo tu teoría de los lentes y el amor ciego, simplemente porque uno deja de amar ciegamente después de amar la primera vez.

- Quizá Jorge esperaba cualquier respuesta menos ésta, su cara de incógnito y ese aire de desconcierto lo delataban -

-Y eso... ¿Cómo pasa? - Es lo único que logra esbozar tratando de articular una frase coherente luego de mi respuesta 

- Es sencillo, la primera vez que te enamoras (o crees hacerlo) das rienda suelta, te entregas, de hecho es un amor que no solo es ciego sino también sordo, mudo, excesivamente tolerante e incluso demasiado permisivo; ya luego te permites ver que todo es muy distinto.

- Y ¿cuándo pasa eso? ¿después de la primera cita, después del primer beso, tras la primer vez que hay relaciones...?

En éste punto me aterra la naturalidad con que puedo responderle ¿Es un logro de aquel extraño? ¿O soy yo sintiendo confianza y ganas de hablar?:

- Simple, después de la primer vez que debes llorar, el amor deja de ser ciego cuando él mismo te quita la venda de los ojos para mostrarte que no siempre es fácil, que como todo en la vida tiene carta abierta al dolor y el sufrimiento.

- Jorge se queda mirándome fijamente con una sonrisita que deja ver el desconcierto que siente ante mi respuesta, mientras se acerca un poco y yo retrocedo - me dice: ¿Te puedo besar?

No termino de imaginar mi cara y mi shock emocional cuando de inmediato miró hacía mis piernas y dijo: Soy muy consiente que puedes darme un golpe mortal acá mismo, pero es un beso con respeto a unos ojos tan lindos... 

La curiosidad que Jorge logra despertar en mi es inaudita, es un desconocido que logra generarme un alto grado de confianza - la suficiente como para no correr - fue la circunstancia, fue el momento, no lo sé... Retrocedo un paso más y él me sigue; toma con sus manos mi rostro, besa mi frente y da un paso atrás...Luego, mirándome fijamente me dice:

-Esa respuesta tan dura sólo puede darla alguien que realmente sufrió y lloró cuando amó, alguien que amó sin límites pero a quien si le limitaron el amor que debía recibir. Por eso déjame decirte algo con todo el respeto que te debo: Cuando quieras amar de nuevo, hazlo de aquella persona que te haga reír, enamorate de alguien que logre sacar tu risa en la presencia y en la distancia, esa persona que así no lo sepa te haga llorar mientras ríes a carcajadas, porque es esa persona la que realmente valorará tu alegría, siempre extrañará tu sonrisa y extrañará el momento en que no haya una curva de alegría en tu boca; porque sí, el amor también puede ser duro y dejar tristezas pero mientras esa persona tenga y valore el poder de hacerte reír siempre buscará hacerlo prevalecer sobre cualquier problema.

Ahora te besaré nuevamente con respeto y esperando que unos ojos tan lindos y llenos de alegría se mantengan así por mucho tiempo.

Efectivamente; es caballero, toma de nuevo mi cara entre sus manos, besa mi frente y dice:

- Adiós Jenniffer, cuídate mucho, que gusto conocerte...



No hay comentarios:

Publicar un comentario